Tesla y la IA en recursos humanos: lo que el niño y el cóndor enseñan sobre IA

El uso de la inteligencia artificial avanza rápidamente en Europa, pero ¿puede realmente reemplazar la inteligencia humana? Desde Tesla hasta los Andes: una historia de transmisión, IA y humanidad frente a ChatGPT, Perplexity y Mistral en los procesos de RR. HH.

COMMUNICATIONVEILLE SOCIALE

Lydie GOYENETCHE

2/7/20254 min leer

TESLA Y IA
TESLA Y IA

Dicen en las montañas andinas que un niño pastor encontró un cóndor herido. Lo cuidó en silencio, con el corazón limpio de quien no espera nada a cambio. Pasaron los días, y el ave, agradecida, desplegó sus alas una vez más. Pero un día, lo cargó hasta el cielo, creyendo ofrecerle el regalo de volar. El niño, sin alas ni palabras, cayó.

Así como el cóndor no entendió los miedos del niño, muchas empresas creen hoy que integrar inteligencia artificial a sus procesos humanos es sinónimo de progreso. Tesla, símbolo de innovación y velocidad, ha comenzado a implementar herramientas de IA en sus procesos de gestión del talento humano, desde el reclutamiento hasta el análisis predictivo del comportamiento.

Pero... ¿qué pasa cuando una fuerza tecnológica, poderosa y eficiente, comienza a "gestionar" lo más frágil y esencial de una empresa: su gente?

En este artículo, exploraremos el caso de Tesla y la integración de inteligencia artificial en recursos humanos, no desde la lógica fría del rendimiento, sino desde el lenguaje simbólico de la transmisión. Nos pondremos en los zapatos del pastor andino, ese niño que representa a cada colaborador, a cada historia humana que no puede ser leída por un algoritmo.

Porque quizás, para no caer, lo que necesitamos no es tanto un cóndor más fuerte… sino un cielo que escuche.

Primera parte: El cóndor, el cielo… y la ilusión del control absoluto

El niño no temía al cóndor. Al contrario: lo miraba con admiración. Nunca había visto una criatura tan majestuosa, capaz de tocar el cielo y regresar con el viento aún en sus plumas. Lo alimentaba en silencio, le hablaba con la voz de su mundo: pausada, suave, sin algoritmo.

Un día, el cóndor comenzó a hablar también. Pero su voz era distinta: precisa, directa, sin dudas. Parecía saberlo todo. Le hablaba de mapas, de rutas más rápidas, de decisiones racionales. Ya no necesitaba el pasto húmedo ni el cielo rosado del atardecer. Solo necesitaba datos.

Así es como se sienten muchas empresas hoy, fascinadas por las promesas de las inteligencias artificiales. Especialmente en sectores como los recursos humanos, donde modelos como ChatGPT, Perplexity AI o Mistral ofrecen respuestas inmediatas, análisis de comportamiento y predicciones de desempeño.

🧠 ¿Cuál IA guía al cóndor?

  • ChatGPT, con su tono conversacional y su enorme base textual, ofrece una capacidad impresionante para redactar, responder y sugerir procesos. Es como un cóndor que ha leído todos los libros del valle y sabe cómo replicar el lenguaje humano… aunque jamás haya tocado el suelo.

  • Perplexity AI va más allá: combina un motor de búsqueda con respuestas estructuradas y fuentes verificables. Es el cóndor que no solo te habla, sino que te muestra desde qué roca lo aprendió. Pero aún así, no entiende si el pastor tiene frío o hambre.

  • Mistral AI, por su parte, apuesta por modelos ligeros, abiertos y eficientes. Es un cóndor más joven, que aprende rápido y se adapta mejor a las necesidades locales, aunque todavía está creciendo.

🚫 El límite emocional: cuando el algoritmo no entiende el temblor de la voz

En los procesos de selección, por ejemplo, una IA puede identificar patrones, competencias, palabras clave. Puede predecir la "adecuación cultural" según las respuestas. Pero no puede percibir el silencio cargado de emoción cuando alguien habla de un fracaso que lo transformó.

Tampoco puede ver los ojos del candidato cuando habla de un sueño.

Por eso, integrar IA en los procesos RH debe hacerse como lo hizo el niño con el cóndor: con respeto, sin entregar la responsabilidad total. Porque si la IA nos lleva a las alturas sin entender el peso de nuestra humanidad, corremos el riesgo de caer.

Segunda parte: El cóndor que olvidó el viento

Pasaron los días y el niño ya no necesitaba hablar tanto. El cóndor respondía antes de que él terminara la frase. Le decía qué hacer con su rebaño, qué pasto era más nutritivo, qué decisión era más eficiente. Era cómodo. Era rápido. Era útil.

Pero algo comenzó a cambiar.

Un día, el niño quiso preguntarle al cóndor por qué su corazón se sentía pesado. El cóndor no supo qué decir. Solo devolvió una lista de posibles causas fisiológicas y estadísticas de tristeza en adolescentes rurales.

El niño bajó la cabeza. Ese cóndor, tan sabio y tan veloz, no entendía lo más importante: que no todo se puede calcular. Que algunas decisiones humanas no buscan la eficiencia, sino el sentido.

⚠️ IA en RRHH: ¿guía, juez o reemplazo?

Hoy, empresas como Tesla integran sistemas de inteligencia artificial para optimizar sus procesos de recursos humanos. Evaluaciones de desempeño, reclutamiento automatizado, detección de emociones en entrevistas grabadas... todo puede volverse algoritmo.

Pero ¿qué ocurre cuando delegamos al algoritmo no solo tareas, sino juicios?
¿Qué pasa cuando dejamos que el cóndor decida qué pastor es el mejor, sin mirar a los ojos?

  • ChatGPT puede ayudar a redactar descripciones de puesto, formular preguntas o filtrar perfiles. Pero no tiene memoria emocional. No puede recordar cómo un gesto salvó una conversación.

  • Perplexity AI, con sus fuentes citadas, puede apoyar la investigación y el benchmarking, pero no interpreta si una cultura organizacional está herida.

  • Mistral, aunque prometedor por su adaptabilidad y transparencia, aún es un cóndor joven: sin entrenamiento en ética contextual, sin juicio humano.

💡 El riesgo no es la IA. Es el olvido.

El verdadero peligro no está en que las máquinas piensen, sino en que los humanos dejen de hacerlo. Que confiemos tanto en sus predicciones que olvidemos observar, escuchar, dudar, sentir.

En el mundo andino, la sabiduría no es conocimiento acumulado. Es experiencia compartida. El niño aprendía del cóndor, sí, pero también de las piedras, del frío, del silencio entre dos preguntas. No hay IA que reemplace eso.