La revolución subterránea: el enterramiento de líneas eléctricas

Descubre cómo el enterramiento de líneas eléctricas está redefiniendo la sostenibilidad energética en Europa y América Latina. Desde innovaciones tecnológicas hasta beneficios ambientales, esta solución estratégica mejora la resiliencia climática y promueve un desarrollo más sostenible.

VEILLE ECONOMIQUERSE

LYDIE GOYENETCHE

1/4/20252 min leer

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La revolución subterránea desde la Economía Social y Solidaria: enterramiento de líneas eléctricas como herramienta de resiliencia energética

En el contexto actual de emergencia climática y brechas territoriales, el enterramiento de líneas eléctricas se plantea como una vía para fortalecer la equidad energética. Esta estrategia, creciente en países como Francia, España o Brasil, puede aportar beneficios ambientales y sociales cuando se integra bajo principios de Economía Social y Solidaria (ESS).

Francia y España: ejemplos con desafíos

Francia logró que aproximadamente el 43 % de su red de distribución esté enterrada en 2008 . Desde entonces, Enedis adoptó una política sistemática de soterramiento de todas las nuevas líneas media y baja tensión . En 2009, se reportó que el 96,9 % de las líneas nuevas de media tensión y el 72,8 % de baja tensión eran subterráneas. Este esfuerzo se ha consolidado con mecanismos que, según Enedis, pretenden mantener las tarifas bajas, aunque estudios comparativos son necesarios para validar el impacto real en los hogares.

En España, el Plan de Desarrollo de la Red 2021‑2026 de Red Eléctrica (ReDeia) prevé inversiones de casi 7 000 millones de euros, de los cuales una parte significativa se destina a interconexiones y modernización de redes, incluyendo soterramiento y refuerzo en zonas expuestas o sensibles. El plan busca integrar hasta un 67 % de energías renovables en la mezcla nacional para 2026, lo que implica un reforzamiento de Redes con criterios tanto técnicos como ambientales.

~57 km bajo tierra: el caso Baixas–Santa Llogaia

El proyecto de interconexión eléctrica entre Baixas (Francia) y Santa Llogaia (España) utiliza 64,5 km de línea soterrada en corriente continua de alta tensión (±320 kV), de los cuales 8,5 km atraviesan las montañas del Albera. Iniciado en 2008 y operativo desde 2015, fue catalogado como proyecto europeo de interés común con un coste estimado de unos 700 M €, financiado parcialmente por la Unión Europea . Las autoridades indican que duplicó la capacidad de intercambio entre ambos países (1 400 → 2 800 MW). El trazado siguió infraestructuras existentes (autopista AP‑7, TGV) y empleó túneles para reducir impactos ambientales y sociales ree.es+1inelfe.eu+1.

¿Contribución a una transición ESS?

Desde el enfoque ESS, el enterramiento presenta potencial para:

  • Impulsar empleo local, especialmente si se gestionan mediante cooperativas o empresas de inserción.

  • Minimizar impactos territoriales, favoreciendo el soterramiento en lugar de nuevas torres.

  • Impulsar cogestión comunitaria, a través de implicación ciudadana activa en los proyectos.

  • Ayudar al despliegue renovable, mediante redes más fiables, resistentes y menos visibles.

No obstante, los costes por kilómetro (unos 80 000–120 000 € según estimaciones) siguen siendo barreras significativas para muchos países en desarrollo. Solo proyectos con planificación integral—que incluyan formación, financiamiento social y gobernanza participativa—pueden cumplir esta promesa ESS.

Reflexión final

El enterramiento de líneas eléctricas puede ser una herramienta de justicia territorial y climática, siempre que se planifique desde un enfoque ESS. España y Francia muestran avances técnicos y financieros, ejemplificados por el caso Baixas–Santa Llogaia. Pero que estas infraestructuras contribuyan realmente a la transformación social y ecológica depende de quién las impulse, cómo se financien y quién participe en su gestión.