¿Por qué entender mal las necesidades humanas puede costarte millones? De Coca-Cola a J.C. Penney

Descubre cómo una visión simplista de las necesidades y deseos humanos puede llevar al fracaso. Ejemplos reales, como Coca-Cola y J.C. Penney, revelan lecciones clave. Además, exploramos el impacto en el trabajo social con casos prácticos y reflexivos.

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Lydie GOYENETCHE

7/24/20244 min leer

"Por qué entender mal las necesidades puede costarte millones (y tu dignidad)"

Vamos a ser sinceros: entender las necesidades humanas es como tratar de descifrar el manual de instrucciones de un mueble de IKEA, pero sin los dibujos. Entre "necesidad", "deseo", "representaciones sociales" y "¡oh, sorpresa, el inconsciente!", es fácil meter la pata hasta el fondo. Y cuando eso pasa, las consecuencias pueden ser catastróficas, tanto en el marketing como en el trabajo social. ¿No me crees? Pues sigue leyendo, porque tengo ejemplos reales (y jugosos) para convencerte.

Maslow y su pirámide: buena para memes, mala para la vida real

¿Conoces la famosa pirámide de Maslow? Esa que dice que si no has comido y no tienes un techo, no puedes querer pertenecer a un grupo ni sentirte realizado. Pues bien, Maslow, con todo respeto, tu teoría es tan rígida como el horario de un call center.

Caso práctico: el estudiante zombi

Imagina a Laura, una estudiante de marketing que tiene un examen mañana. Está hambrienta, necesita dormir (necesidades fisiológicas), pero también está aterrorizada de suspender (necesidad de seguridad). ¿Qué hace? Se queda despierta toda la noche estudiando con café y galletas rancias. ¡Adiós, necesidades básicas! Maslow, ¿dónde quedó tu orden perfecto?

La pirámide es demasiado occidental

La idea de que todos priorizamos las mismas cosas en el mismo orden es muy bonita... en un PowerPoint. En culturas colectivistas, por ejemplo, la comunidad está por encima del individuo. ¿Quieres dormir? Pues no, porque tienes que cuidar a tu familia o participar en la ceremonia del barrio. Lo siento, Maslow.

André Crismer: el rebelde que entendió las necesidades de verdad

Ahora viene André Crismer, nuestro héroe contemporáneo. Este psicoanalista y antropólogo dijo: "Las necesidades no son como una pirámide, son como una cuerda floja entre la realidad y el ideal." Y lo mejor: reconoce que nuestras necesidades están conectadas con el deseo (sí, esa vocecita que te dice que compres un coche nuevo porque tu vecino lo tiene).

Caso práctico: el coche del vecino

Tienes un coche que funciona perfectamente. Pero tu vecino aparece con un SUV brillante. De repente, sientes una necesidad inexplicable de cambiar tu coche, aunque tu cuenta bancaria llore. Crismer te diría: "Ese no es un necesidad, es un deseo alimentado por las normas sociales." ¡Boom! Ahora ya lo sabes.

Errores épicos por no entender las necesidades (o deseos) de los demás

Aquí vienen los ejemplos reales que muestran cómo ignorar las necesidades y deseos humanos puede costarte caro. Y cuando digo caro, hablo de millones. Prepárate, marketer, porque puede doler.

1. Coca-Cola y el "New Coke" (1985)

Coca-Cola cambió su fórmula clásica porque pensó que los consumidores querían algo nuevo. Resultado: desastre total.

  • Pérdida de mercado: -1,2 % frente a Pepsi.

  • Coste total del fiasco: millones de dólares (relanzar la fórmula original, campañas de reconciliación, etc.).

Lección: Nunca ignores el apego emocional de tus clientes. La nostalgia es una necesidad que pesa más que cualquier sabor nuevo.

2. J.C. Penney y su adiós a las promociones (2011)

Ron Johnson, ex-directivo de Apple, pensó que los clientes de J.C. Penney preferirían precios fijos "justos" en lugar de descuentos constantes. Spoiler: No lo hicieron.

  • Pérdida de ingresos: 4.300 millones de dólares en dos años.

  • Acciones desplomadas: -55 %.

Lección: A veces, la gente solo quiere la emoción de encontrar una ganga, aunque el descuento sea una ilusión.

3. Gap y su logo fallido (2010)

Gap intentó modernizar su logo sin preguntar a nadie. El resultado: una revolución en redes sociales que los obligó a volver al logo antiguo en una semana.

  • Coste estimado: 100 millones de dólares.

Lección: No cambies lo que tus clientes ya aman sin preguntarles primero. A veces, el "cambio por cambiar" es peor que no hacer nada.

Pero espera, ¿qué pasa en el trabajo social?

Esto no es solo un problema de empresas. En el ámbito social, malinterpretar las necesidades de una persona puede tener consecuencias devastadoras. Aquí va un ejemplo.

El caso de Ana, y el proyecto personalizado que fracasó

Ana, 32 años, está en un programa de reinserción laboral. El trabajador social, Pedro, cree que su mayor problema es encontrar un empleo, así que diseña un proyecto para mejorar su currículum. Pero nunca preguntó cómo se sentía Ana.

  • La realidad de Ana: Se siente sola, aislada, y su autoestima está por los suelos. Antes de un empleo, necesita apoyo emocional.

  • El resultado: Ana abandona el programa después de dos meses. Pedro está frustrado, Ana también, y el dispositivo pierde recursos.

Lección: Las necesidades visibles (un empleo) no siempre son las prioritarias. Si no abordas el contexto emocional y social, todo el proyecto puede fracasar.

Entonces, ¿qué hacemos?

Si algo hemos aprendido es esto: las necesidades humanas son complejas. Tanto si eres marketer como trabajador social, necesitas ir más allá de lo evidente. Aquí van algunos consejos:

  1. Pregunta antes de asumir: Habla con tus clientes o usuarios para entender sus deseos y aspiraciones reales.

  2. Reconoce el poder del deseo: Las emociones y las normas sociales juegan un papel enorme en las decisiones humanas.

  3. Sé flexible: Las necesidades cambian según el contexto, la cultura y el momento.

Conclusión: La dinámica humana es complicada (pero fascinante)

Entender las necesidades humanas no es fácil, pero cuando lo haces bien, los resultados son increíbles. Ya sea que vendas un producto o diseñes un programa social, recuerda: las personas no somos pirámides. Somos una mezcla maravillosa de deseos, emociones y expectativas. Y eso es lo que hace que trabajar con nosotros sea tan interesante (y a veces, tan frustrante).

¿Y tú? ¿Cuándo fue la última vez que entendiste mal lo que alguien necesitaba? Cuéntame tu experiencia en los comentarios. ¡Prometo no juzgar! 😉