Servicios y justicia social: una mirada vasca desde ambos lados del Bidasoa
¿Puede el modelo cooperativo de Mondragón inspirar una transición social en Iparralde? Comparativa crítica del sector servicios en el País Vasco. Justicia social y desarrollo territorial a ambos lados del Bidasoa.
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LYDIE GOYENETCHE
5/1/20253 min leer


Repensar el sector servicios: rendimiento social, desigualdades y dinámicas territoriales en clave vasca
El sector servicios representa actualmente mucho más que un motor económico: es también un espejo de las desigualdades sociales y un espacio de innovación para quienes desean combinar rentabilidad económica y utilidad social. Asociaciones, cooperativas, mutuas y estructuras solidarias conviven con grandes grupos financieros y plataformas digitales en lógicas a veces opuestas, a veces complementarias. ¿Cómo repensar este sector a la luz del rendimiento social, el bien común y la justicia económica?
En Francia, los servicios representan más del 76 % del PIB y un 35 % del empleo nacional. A nivel local, en el País Vasco francés (Iparralde), el 57 % de los empleos pertenecen al sector servicios, lo que evidencia su centralidad económica. Sin embargo, se trata de un tejido económico frágil, muy dependiente del turismo estacional y caracterizado por la pequeña escala: muchas TPE, asociaciones, autónomos, y pocas estructuras medianas o industriales. El ingreso medio anual por habitante en los Pirineos Atlánticos era de aproximadamente 21.000 euros en 2022, muy por debajo del nivel observado al sur del Bidasoa.
En contraste, el País Vasco español (Hegoalde) ha desarrollado un modelo económico mixto donde el sector servicios se combina con una base industrial potente, especialmente en Gipuzkoa y Bizkaia. En Gipuzkoa, el ingreso medio por habitante superaba los 29.000 euros anuales en 2022 (fuente: Eustat), reflejo de una economía más equilibrada y resiliente. Este rendimiento está estrechamente ligado a la existencia del ecosistema cooperativo liderado por Mondragón Corporación, que articula educación, investigación, industria, distribución y banca cooperativa.
Mondragón no solo representa un modelo de eficiencia económica, sino también una filosofía de gobernanza compartida y compromiso territorial. Las cooperativas como Fagor, Ulma, Eroski o Laboral Kutxa muestran que es posible crear riqueza sin perder el control local ni renunciar a valores como la solidaridad o la participación democrática. Este modelo, nacido en el Alto Deba, se ha convertido en referencia mundial y, sin embargo, tiene poca expresión estructurada al norte de los Pirineos.
En Iparralde, aunque el dinamismo cooperativo está creciendo (agrupaciones como Idoki, algunas SCIC rurales, iniciativas de circuitos cortos, centros de inserción laboral), el sector carece de una red cooperativa de escala comparable a Mondragón.
Esto limita el potencial de desarrollo endógeno, especialmente frente a la presión inmobiliaria y la saturación turística que marcan la costa vasca francesa. El turismo estacional genera empleos precarios, dificulta el acceso a la vivienda para residentes permanentes y contribuye a una huella ecológica elevada: movilidad dependiente del coche, sobrecarga de infraestructuras, consumo de recursos naturales como el agua.
Frente a estos desafíos, se plantean varias preguntas clave: ¿Sería posible adaptar el modelo cooperativo vasco del sur en el norte, con alianzas transfronterizas? ¿Podría Mondragón extender su filosofía en clave territorial para acompañar procesos de transición ecológica y social también en Iparralde?
El ejemplo de Mondragón sugiere que es viable construir un sector servicios basado en indicadores de rendimiento social: calidad del empleo, utilidad para la comunidad, equidad interna, sostenibilidad ecológica, redistribución del valor. Este enfoque contrasta con el modelo dominante en muchos sectores de servicios clásicos (hostelería, limpieza, ayuda a domicilio), donde los indicadores siguen siendo el margen, la productividad y la reducción de costes laborales.
A escala local, podría explorarse una vía de colaboración entre instituciones del País Vasco francés y la Corporación Mondragón, para experimentar formas mixtas de organización cooperativa adaptadas al contexto normativo y fiscal francés. Algunas estructuras de educación popular o formación profesional podrían también vincularse a las experiencias de Mondragon Unibertsitatea en formación dual, innovación social o emprendimiento colectivo.
El sector servicios necesita regenerarse, no solo crecer. Y esa regeneración pasará necesariamente por una visión territorial, ecológica y solidaria del desarrollo. El País Vasco, dividido políticamente pero unido por una historia y una identidad productiva compartida, podría convertirse en laboratorio natural de esa transición. Mondragón puede ser actor y referente, no sólo en el sur, sino también como inspiración para un modelo transpirenaico de economía social avanzada.

