Introducción a Som Energía y la RSE para un desarrollo sostenible
Som Energía frente a la crisis energética y la contaminación digital: una estrategia de contenido responsable para un futuro sostenible. Desarrollamos juntos un mundo mas justo.
VEILLE ECONOMIQUE
LYDIE GOYENETCHE
12/9/20247 min leer
En plena transición ecológica, España se enfrenta a un doble desafío que pone a prueba no solo sus infraestructuras energéticas, sino también la manera en que las organizaciones comunican sus compromisos y movilizan a sus comunidades. Por un lado, el país vive una crisis energética marcada por la inflación, la inestabilidad geopolítica y la urgencia climática. Según Eurostat, el precio medio de la electricidad en España superó los 0,31 €/kWh para los hogares en 2023, uno de los más altos de Europa. En paralelo, más del 73 % de la energía primaria sigue dependiendo de fuentes fósiles o importadas, lo que genera una fuerte vulnerabilidad estructural.
Frente a este panorama, emergen alternativas como Som Energía, una cooperativa de energías renovables nacida en Girona en 2010. Hoy cuenta con más de 86.000 socios y más de 150 GWh de energía verde suministrada al año, demostrando que otra forma de producir y consumir energía es posible. Su modelo democrático, sin ánimo de lucro y basado en proyectos locales, representa una respuesta tangible a la precariedad energética y al deseo creciente de los ciudadanos por un sistema más justo y participativo.
Pero mientras estas iniciativas florecen en lo local, una segunda crisis, más silenciosa, avanza en lo digital: la contaminación numérica. Según el estudio de GreenIT.fr, el 60 % de las páginas web almacenadas en los servidores no se visitan nunca. Esta sobrecarga digital tiene consecuencias: el sector digital representa ya el 4 % de las emisiones globales de CO₂, más que la aviación civil, y esta cifra crece cada año un 9 %. Publicar sin estrategia, sin limpieza semántica ni estructura técnica, es hoy una forma invisible de despilfarro.
En 2025, este fenómeno se agrava aún más con la llegada de AIOverview, el nuevo sistema de resultados generativos de Google. Junto con actualizaciones como Helpful Content Update o Spam Update, Google penaliza los contenidos duplicados, irrelevantes o mal enlazados. Muchas páginas web ecológicas o solidarias, pese a su valor humano, se ven desindexadas o invisibilizadas por no cumplir estos nuevos criterios. Ya no basta con estar en línea; hay que estructurar el contenido con sentido, propósito y coherencia.
Este doble panorama —energético y digital— exige nuevas respuestas. ¿Cómo puede una cooperativa como Som Energía seguir creciendo si su presencia digital no refleja la riqueza de su acción territorial? ¿Cómo puede el sector social y ecológico evitar que sus mensajes se pierdan en un mar de contenido obsoleto o mal optimizado?
Frente a estos desafíos, el marketing de contenido responsable y estratégico se presenta como una vía para alinear los valores con la práctica digital. No se trata solo de mejorar el posicionamiento en Google, sino de reducir la huella ecológica digital, valorizar los mensajes realmente útiles, y construir una presencia web alineada con la transición energética y social que defendemos.
Un modelo alternativo frente a la crisis energética
España atraviesa una transformación energética profunda, impulsada tanto por la urgencia climática como por la volatilidad de los mercados internacionales. En 2023, la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania, la dependencia del gas argelino y la presión inflacionaria llevó a un aumento sin precedentes del coste de la electricidad. La factura media eléctrica se disparó más de un 40 % en algunos hogares, afectando especialmente a las familias más vulnerables. Este contexto ha reactivado el interés por modelos energéticos más justos, sostenibles y resilientes, en contraste con las grandes compañías que priorizan el beneficio financiero sobre el bienestar colectivo.
En este escenario, Som Energía se ha consolidado como un actor clave dentro de las alternativas ciudadanas. Fundada en Girona en 2010, esta cooperativa ha crecido de manera constante hasta alcanzar más de 86.000 socios en toda España. Su propósito es claro: producir y comercializar energía 100 % renovable, garantizando un modelo participativo en el que cada usuario tiene voz y voto. Frente a los gigantes del sector eléctrico, Som Energía promueve una lógica de proximidad, colaboración y empoderamiento ciudadano que redefine el papel del consumidor, transformándolo en coproductor y agente de cambio.
“Som Energía no se limita a comercializar energía verde: impulsa y financia activamente proyectos propios de generación renovable —plantas fotovoltaicas (18 instalaciones operativas, incluida La Serra de 2,31 MW y 4,168 GWh/año), una planta de biogás de 499 kW en Torregrossa, una mini‑hidráulica de 1 MW en Valteína, así como proyectos de biomasa y planes de eólica comunitaria— desarrollados mediante aportaciones directas de sus socios.”. Estas inversiones no solo permiten un mayor control sobre el origen de la energía, sino que también contribuyen al desarrollo económico local. Cada proyecto se convierte en un laboratorio de transición energética, donde la comunidad participa activamente y se genera empleo estable en territorios a menudo olvidados por la gran industria.
Además de su impacto ambiental, Som Energía encarna un proyecto con fuerte arraigo social. La organización desarrolla iniciativas educativas, talleres en escuelas, y programas de formación para sensibilizar sobre el uso responsable de la energía. También impulsa medidas contra la pobreza energética, ofreciendo asesoramiento y apoyo a hogares en situación de vulnerabilidad. Su enfoque integral combina sostenibilidad ambiental, justicia social y economía cooperativa, demostrando que otro sistema energético no solo es posible, sino ya existente.
La trayectoria de Som Energía refleja un cambio de paradigma en el sector energético español. Mientras las políticas públicas se debaten entre incentivos a las renovables y presión de los lobbies fósiles, el modelo cooperativo avanza desde abajo, con el respaldo de miles de ciudadanos que desean una transformación estructural. Su éxito pone sobre la mesa una pregunta clave: si una cooperativa puede producir energía limpia, redistribuir el valor generado y generar confianza en los territorios, ¿por qué no extender esta lógica a otras esferas de la economía?
Esta primera parte del artículo plantea la necesidad de visibilizar y fortalecer estas iniciativas mediante herramientas estratégicas adecuadas. En un entorno cada vez más digitalizado, la coherencia entre el compromiso ecológico y la presencia digital se convierte en una condición esencial para sostener el crecimiento y la influencia de modelos como Som Energía. La segunda parte de este análisis abordará precisamente este vínculo entre transición energética y ecología digital, para proponer soluciones concretas a las amenazas invisibles de la contaminación numérica y la obsolescencia digital.
La contaminación numérica: una amenaza invisible para la transición ecológica
En la era digital, muchas organizaciones comprometidas con la sostenibilidad han centrado sus esfuerzos en transformar sus modelos productivos y energéticos, pero han descuidado un frente cada vez más crucial: su huella digital. La contaminación numérica, definida como el conjunto de impactos medioambientales asociados al uso, almacenamiento y transmisión de datos digitales, es hoy una de las grandes olvidadas de la transición ecológica. Según el informe de GreenIT, el sector digital representa ya más del 4 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y se espera que esta cifra se duplique antes de 2030 si no se toman medidas.
Una de las fuentes principales de esta huella es el contenido digital obsoleto o mal gestionado. Sitios web con miles de páginas no visitadas, archivos multimedia pesados que nunca se descargan, y sistemas de gestión sin depuración editorial, constituyen una carga innecesaria para los servidores y centros de datos. Este fenómeno afecta especialmente a las cooperativas, asociaciones y pequeñas empresas que, al no contar con estrategias digitales claras, acumulan residuos digitales sin saberlo. A pesar de sus valores ecológicos, muchas de estas organizaciones reproducen involuntariamente una lógica de sobreproducción y despilfarro digital.
Google cambia las reglas: el desafío de AIOverview y las nuevas prioridades del SEO
El ecosistema digital atraviesa una mutación profunda con la llegada de AIOverview, el nuevo sistema de resultados generativos de Google, que selecciona fragmentos de contenido para ofrecer respuestas inmediatas al usuario, reduciendo significativamente la visibilidad de páginas web tradicionales. Las estadísticas lo confirman: más del 60 % de los clics en dispositivos móviles se pierden en los resultados generativos, afectando especialmente a los sitios generalistas o mal segmentados.
Las actualizaciones recientes del algoritmo, como Helpful Content Update y Spam Update, penalizan contenidos duplicados, páginas sin enlaces internos de calidad, títulos genéricos y estructuras sin jerarquía semántica. Los sitios B2C con fichas de producto sin contenido contextual, o con entradas de blog no conectadas entre sí, pierden posicionamiento rápidamente. La consecuencia es clara: el contenido desorganizado, sin propósito estratégico, ya no sobrevive a la nueva lógica del SEO inteligente.
Estrategia digital responsable: visibilidad, coherencia y limpieza semántica
Frente a estos desafíos, el SEO sostenible ofrece una respuesta concreta. No se trata solo de generar tráfico, sino de construir una presencia digital coherente, de largo plazo y respetuosa con los recursos. Esta estrategia implica realizar auditorías editoriales para identificar y limpiar páginas innecesarias, repensar las arborescencias, optimizar los tiempos de carga, estructurar los contenidos según las búsquedas reales de los usuarios, y fortalecer el enlazado interno y externo con sentido.
En Euskal Conseil, ofrecemos un acompañamiento personalizado que combina el análisis técnico, la producción de contenido orientado a la indexación útil y una estrategia editorial adaptada al comportamiento humano y a las nuevas exigencias de Google. Creamos contenido que responde a preguntas reales, y lo organizamos en clústeres temáticos que permiten a las empresas locales —incluidas las cooperativas— de posicionarse no solo frente a sus clientes directos, sino también frente a los algoritmos.
En el caso del B2C, trabajamos especialmente en la conexión entre fichas de producto y contenido contextual, para evitar la penalización por escasez semántica. Para los sitios institucionales o generalistas, proponemos una reestructuración editorial basada en pilares temáticos, con el fin de transformar sitios planos y dispersos en arquitecturas lógicas y vivas. Esta ecología digital, basada en la utilidad y la claridad, no solo mejora el posicionamiento, sino que también reduce la contaminación numérica y mejora la experiencia del usuario.
Porque cuidar lo digital es también cuidar lo colectivo. Y porque una transición energética sin una presencia digital limpia, eficaz y coherente, corre el riesgo de quedar silenciada en medio del ruido.