Transformar los conflictos en equipos con sentido humano

Desde el Pisuerga hasta el Teatro Calderón, este artículo explora cómo los conflictos en las empresas —y en las redes sociales— pueden convertirse en espacios de transmisión, memoria y transformación, con claves inspiradas en Valladolid y en pensadores como Freud, Girard y Lewin.

MANAGEMENTDYNAMIQUE DE GROUPESPIRITUALITE

LYDIE GOYENETCHE

5/12/20255 min leer

CONFLICTOS
CONFLICTOS

El conflicto como oportunidad de transformación

Desde Valladolid, tierra de historias y coraje: el conflicto como lugar de memoria y transmisión

En Valladolid, ciudad de cortes, de silencios densos y de letras eternas, los conflictos no son ajenos al pulso humano. Como en toda relación significativa, ya sea profesional o íntima, el conflicto aparece no como anomalía, sino como crisol. En las empresas, como en los claustros donde alguna vez meditó Cervantes, el desacuerdo es a menudo más sutil que un enfrentamiento abierto. Se desliza por los pasillos como un aire frío de invierno castellano: miradas evitadas, decisiones aplazadas, alianzas tácitas.

Pero, como en las páginas del Quijote, el conflicto puede ser también chispa de lucidez. Cuando no se niega ni se trivializa, revela lo que estaba oculto: necesidades no expresadas, heridas antiguas, deseos cruzados. Y entonces, como el caballero andante que vuelve sobre su camino, el equipo puede reorientar su ruta y transformar la tensión en crecimiento.

Entre bastidores del Teatro Calderón: el duelo entre el técnico y el comercial como escena reveladora

Imaginemos en una empresa de Valladolid un equipo de ingenieros que no logra pactar con el departamento de ventas la fecha de entrega de un nuevo servicio digital. Uno quiere más tiempo para afinar detalles; el otro, cerrar ya el contrato con el cliente. La tensión parece técnica, pero late algo más profundo: necesidad de reconocimiento, miedo al error, presión de resultados.

Aquí el conflicto no se resuelve con técnicas de gestión superficial. Como nos enseña Cervantes con su entrañable Sancho, hace falta humor, humildad y lucidez para escuchar lo que no se dice. Y como el propio Don Quijote, es necesario atreverse a mirar la realidad no como amenaza, sino como espacio de transformación.

Ecos del pasado en las piedras de Valladolid: Freud y las heridas que aún hablan

Freud nos recuerda que el presente suele resonar con ecos del pasado. Un superior que se siente desafiado ante cada propuesta quizás revive una figura de autoridad que lo humilló. Un colaborador que se defiende antes de ser atacado tal vez arrastra críticas mal digeridas. En Valladolid, tierra de historia y capas superpuestas, sabemos que lo que no se nombra, pesa.

No se trata de psicoanalizar a los equipos, sino de abrir espacios donde los relatos puedan cambiar. Porque cuando una empresa permite el reconocimiento mutuo, se convierte en algo más que una organización: se convierte en una comunidad que transmite salud relacional.

Entre espejos de madera y piedra: Girard en el Museo de Escultura de Valladolid

René Girard, con una lucidez cervantina, nos alerta sobre el deseo que imita al deseo ajeno. En un entorno profesional, una felicitación puede volverse objeto de rivalidad. Un ascenso, motivo de celos. Y pronto, sin quererlo, el equipo necesita un chivo expiatorio para calmar la tensión. Como en una escena teatral en la Plaza Mayor de Valladolid, cada uno interpreta su papel, pero olvida que el guion es compartido.

Nombrar esta dinámica, como haría Cervantes con ironía fina, permite evitar el sacrificio del más vulnerable. Porque todo grupo, como todo pueblo, se engrandece no cuando oculta el conflicto, sino cuando lo transforma en diálogo.

A orillas del Pisuerga: restaurar el flujo con Lewin en la empresa vallisoletana

Kurt Lewin propone una imagen útil para pensar el conflicto: dos fuerzas opuestas que se bloquean. En vez de empujar más fuerte, propone escuchar, negociar, reformular. Valladolid, donde el Pisuerga sigue su curso con paciencia, nos recuerda que lo importante no es quién tiene razón, sino cómo volvemos a fluir juntos. Talleres de escucha, dinámicas de cooperación, estructuras claras: todo ayuda a que el conflicto se vuelva paso y no pared.

Lo mismo ocurre en el entorno digital. Una tensión mal canalizada en redes sociales —como una crítica emocional en Twitter, un malentendido público en LinkedIn o una publicación que genera reacciones polarizadas— puede convertirse en un dique que bloquea la reputación de una marca. Pero con un acompañamiento adecuado, estos momentos pueden abrir espacios de reformulación estratégica. Saber responder con inteligencia relacional, reconectar con los valores reales de la empresa y restaurar el flujo de confianza son habilidades clave en la comunicación digital contemporánea.

Desde Euskal Conseil, propongo un acompañamiento profesional en redes sociales como LinkedIn y X (Twitter), para ayudar a las empresas a transformar estos conflictos visibles en oportunidades de posicionamiento, escucha activa y reconstrucción de vínculo con sus públicos. Porque a veces, el flujo que hay que restaurar no es sólo interno, sino también el que une a la empresa con su comunidad.

En la Economía Social y Solidaria: el conflicto como semilla de justicia

En la ESS vallisoletana —cooperativas, centros culturales, proyectos de inserción— el conflicto no se esconde. Se abraza. Porque es en el roce donde aparecen las preguntas necesarias: ¿quién decide? ¿quién cuida? ¿quién queda fuera? El conflicto se convierte en semilla de transformación cuando no se gestiona desde el poder, sino desde la dignidad. En el tejido asociativo de Castilla y León, esto no es teoría: es experiencia.

“Hacerse espaldas”: la mística relacional de Teresa y Juan

En esta ciudad de santos reformadores, donde aún resuenan los pasos de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, la expresión “hacerse espaldas” cobra todo su sentido. No se trata de huir del otro ni de controlarlo. Se trata de estar. De sostener sin imponer. En un equipo, apoyar no siempre es hablar, ni solucionar. A veces es estar, como un respaldo discreto. Como un contrafuerte que permite al otro no derrumbarse.

Esta ética de presencia mutua, nacida en los conventos vallisoletanos, puede alimentar también las organizaciones modernas. Donde hay conflicto, hay oportunidad de sostenerse. Donde hay fragilidad, hay posibilidad de encuentro.

Cuidar el conflicto: una ética castellana de escucha firme

Cuidar un conflicto no es claudicar. Es resistir al impulso de etiquetar, señalar, excluir. Es, como en la vieja Castilla, mantener el temple incluso en la tormenta. Porque un conflicto que se acompaña puede revelar un problema estructural. Un conflicto silenciado se vuelve crónico.

Como diría Cervantes, “el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”. Y quien escucha mucho, comprende lo que duele. En tiempos de cambios acelerados y empresas fragmentadas, necesitamos menos recetas y más presencia. Menos heroicidades individuales y más gestos cotidianos de cuidado.

Valladolid: ciudad de transmisión, ciudad de transformación

Desde los muros del Palacio Real hasta las aceras de la calle Santiago, Valladolid lleva siglos aprendiendo a transformar el conflicto en legado. En sus teatros, en sus aulas, en sus plazas. Las empresas que nacen aquí no son ajenas a ese espíritu. Tienen la oportunidad de hacer del conflicto no un problema a suprimir, sino una oportunidad para crecer juntos.

Y al igual que Cervantes dio al mundo una obra que mezcla locura y lucidez, las organizaciones vallisoletanas pueden ofrecer una gestión del conflicto que no huye del dolor, pero tampoco se instala en él. Una gestión que transmita, que enseñe, que inspire.

Porque al final, hacerse espaldas no es refugiarse. Es mirar al futuro con el otro. Caminar juntos, aunque a ritmos distintos. Y en esa caminata compartida, Valladolid sigue ofreciendo sus símbolos para quien quiera ver: coraje, humildad, sabiduría.