Estrategia de marca y redes: comunicar con sentido en Madrid
¿Cómo adaptar tu marca al ritmo humano de las redes sociales? Una guía reflexiva para comunicar desde el alma y fidelizar en sectores exigentes. Aunque no lo parezca durante una prospección puerta a puerta, una estrategia de marca respaldada por contenidos que responden a las necesidades del cliente
LYDIE GOYENETCHE
5/6/20254 min leer


Comunicar con alma: redes sociales y estrategia de marca en el Madrid contemporáneo
"No se trata de conquistar al otro, sino de abrirle una casa."
En un mundo colmado de notificaciones, algoritmos e impactos visuales, comunicar ya no consiste en hablar fuerte, sino en hablar justo. En Madrid, donde el pulso moderno se entrelaza con la memoria viva de sus barrios y sus claustros, una estrategia de marca no puede desvincularse de una escucha honda del ser humano.
Porque una marca que desea perdurar no se limita a captar clientes: cultiva relaciones. Y esas relaciones, en el entorno digital, deben anclarse en algo más que la eficiencia. Deben enraizarse en la verdad de los ritmos humanos. Es en este cruce entre lo técnico y lo simbólico donde la pirámide de Maslow se convierte, no en una escalera fija, sino en una brújula sensible: las personas oscilan entre estratos, según sus momentos de vida, sus fragilidades, sus contextos.
Así, en lugar de pensar en categorías estancas, proponemos un recorrido más fluido por las necesidades humanas, entendidas como corrientes subterráneas que emergen de modo distinto según el canal, la hora, la emoción. Una marca que acompaña sabe reconocer estos movimientos.
Releer Maslow bajo la luz madrileña: cifras, lugares y significados
Presencia digital: cuando mirar y ser visto basta para existir
YouTube, con más de 38 millones de usuarios mensuales en España (DataReportal, 2024), sigue siendo el primer espacio de conexión pasiva: miramos sin hablar, escuchamos sin exigir. Facebook, con público estable de más de 21 millones, sigue siendo un refugio social para mayores de 40 años, en zonas como Collado Villalba o las afueras de Ávila, donde la tecnología se cruza con el café de media tarde.
En esta base de la pirámide, no hay aún intención consciente de construir vínculo: hay un deseo más primario de sentir que uno está ahí, que forma parte del flujo de la vida.
Estrategia meditativa: ofrecer contenido breve, amable, cotidiano. No para persuadir, sino para acompañar. Para estar presentes sin invadir.
Seguridad emocional: cuando el algoritmo ofrece contención
En Chamberí o en los foros digitales de padres del distrito de Salamanca, Facebook actúa como una plaza extendida. LinkedIn, con 15 millones de usuarios en España, refuerza esa seguridad en perfiles profesionales de Madrid, Ávila, Valencia y Sevilla, con presencia creciente entre mujeres directivas.
La seguridad, como la entendía Winnicott, no es ausencia de peligro, sino experiencia de un entorno previsible y suficientemente bueno. Las redes también pueden ofrecer esa contención si se habitan con sentido.
Estrategia: transmitir estabilidad. Mostrar procesos, rostros, certificaciones, historias reales. Ser un faro en la niebla digital.
Pertenencia simbólica: la tribu digital tiene emojis y filtros
Instagram, con 25 millones de usuarios activos, especialmente entre 18 y 35 años, refuerza el deseo de pertenencia. TikTok, con casi 20 millones, es la nueva plaza creativa de los jóvenes: en barrios como Malasaña o Lavapiés, se vive como una extensión de la calle y el cuarto.
Aquí, la necesidad de ser reconocido se mezcla con el juego, con el deseo de compartir lo que somos en códigos comunes. La marca deja de ser externa: se convierte en "mi marca", cuando logra encajar en esta danza simbólica.
Estrategia: mostrar el alma de tu marca. Los gestos del equipo, las rutinas, las imperfecciones. No se trata de parecer perfectos, sino de parecer vivos.
Estima mutua: LinkedIn y X como espejos de logros
En zonas como Chamartín, Pozuelo o Las Rozas, LinkedIn es la escena donde se presenta la competencia profesional. X (Twitter), con cerca de 5 millones de usuarios activos, sigue siendo relevante entre periodistas, políticos y directivos. Mostrar logros, opiniones y contribuciones es parte de la narrativa de marca.
Pero la estima no surge del brillo, sino del reconocimiento auténtico. De saber que uno es valorado no por aparentar, sino por aportar algo real.
Estrategia: valorizar sin vanidad. Citar a tus clientes, mostrar sus avances, compartir su voz. Ser espejo, no escaparate.
Autorrealización: crear para existir más allá del consumo
En el parque del Retiro, en los pasillos del Museo Reina Sofía, en los claustros silenciosos de Ávila, hay quienes graban, escriben, editan. La creación es una forma de rezar con las manos. Blogs, canales de YouTube, TikTok: son los nuevos espacios donde se actualiza el deseo de dejar huella.
Aquí no hay producto, hay proceso. No hay objetivo inmediato, sino exploración. Las marcas que acompañan esta dimensión permiten que sus públicos se expresen, se descubran, se sientan más ellos mismos.
Estrategia: abrir espacios. No llenar. Dejar que otros hablen contigo, incluso por ti. Brindar herramientas, no solo contenidos.
Comunicar es un acto de hospitalidad
Una estrategia de marca duradera no busca convertir clics en ventas, sino clics en vínculos. Los datos sirven, sí, pero lo que transforma es el gesto: responder con respeto, hablar con verdad, reconocer al otro.
En el mundo B2B, en el turismo de lujo, en el vino o en la hotelería madrileña, lo que hace la diferencia no es el diseño de una campaña, sino la coherencia del alma que la habita. Las cifras nos orientan. La humanidad nos conecta.
Y ese vínculo, cuando está bien tejido, resiste más que cualquier algoritmo. Porque comunicar, en el fondo, es abrir la puerta y decir: "aquí hay lugar para ti".


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