Estrategia de marca y redes: comunicar con sentido en Madrid
¿Cómo adaptar tu marca al ritmo humano de las redes sociales? Una guía reflexiva para comunicar desde el alma y fidelizar en sectores exigentes. Aunque no lo parezca durante una prospección puerta a puerta, una estrategia de marca respaldada por contenidos que responden a las necesidades del cliente
LYDIE GOYENETCHE
5/6/20255 min leer


No se trata de conquistar al otro, sino de dejarle un lugar en la mesa, junto al pan y la historia
En México, donde el día convive con la noche y la risa con la herida, comunicar con alma es un arte antiguo. No es marketing: es cosmovisión. Entre Coyoacán y Tlaquepaque, en los mercados o en TikTok, una marca no tiene éxito por hablar más fuerte, sino por hablar con raíz.
En un mundo saturado de notificaciones y algoritmos, el verdadero vínculo nace cuando alguien se siente visto. No como consumidor, sino como persona. Y en México, eso pasa cuando la marca deja de ser marca… y se vuelve parte del altar cotidiano: una imagen, una frase, un gesto compartido con cariño.
Comunicar, aquí, es ofrecer un espacio donde lo cotidiano se vuelva sagrado.
Presencia digital: mirar y ser mirado
🇨🇴 En Colombia, mirar es un acto de reconocimiento silencioso
En barrios como La Candelaria o la Comuna 13, la gente mira sin hablar: observar es pertenecer sin perturbar.
Facebook y YouTube son plazas digitales donde las historias se deslizan sin exigir respuesta.
Mirar es decir: “te veo, y aquí estoy”.
Estrategia sensible: contenido visual cotidiano, humano, sin exceso de edición. Mostrar sin imponer. Dejar que el otro se acerque cuando esté listo.
🇲🇽 En México, mirar es participar con alma y humor
En TikTok o Instagram, desde San Cristóbal hasta Tlaquepaque, mirar es entrar en juego: una coreografía, una receta, una frase con doble sentido.
La mirada aquí no es pasiva, sino una forma de jugar con la identidad.
Estrategia sensible: contenido visual que invite a compartir, con códigos culturales claros, colores vivos y una dosis de alegría entrañable.
🔁 En ambos países, mirar es el primer acto de vínculo: en Colombia desde la distancia respetuosa, en México desde la complicidad juguetona.
2. Seguridad emocional: cuando el algoritmo abraza
🇨🇴 En Colombia, la seguridad digital se construye con constancia y transparencia
Después de años de inestabilidad, lo que tranquiliza no es el impacto visual, sino la previsibilidad emocional.
Una marca que se muestra sin sobresaltos genera confianza: no promete, acompaña.
Estrategia emocional: contenidos programados, tono constante, presencia visible pero serena. Ser un referente estable en medio del ruido.
🇲🇽 En México, la seguridad viene de lo familiar y lo afectivo
Aquí, lo seguro es lo que se parece a casa: una voz cercana, un ritmo conocido, un gesto compartido.
La marca funciona cuando recuerda a la tía que te explica sin juzgar, al abuelo que repite su cuento favorito.
Estrategia emocional: usar un tono cálido, repetir estructuras conocidas, mostrar rostros, rituales y procesos.
🔁 En ambos países, la seguridad no viene del control técnico, sino del calor humano: en Colombia, como estructura que protege; en México, como gesto que abraza.
3. Pertenencia simbólica: la tribu digital y su lenguaje
🇨🇴 En Colombia, pertenecer es reconocerse en lo vivido juntos
Las imágenes que más circulan son aquellas que cuentan una historia compartida: celebraciones de barrio, logros colectivos, luchas superadas.
Aquí, una marca no se impone: se gana un lugar contando desde lo común.
Estrategia relacional: contenido con referencias locales, gestos comunitarios, hashtags que nacen del territorio y no del marketing.
🇲🇽 En México, pertenecer es jugar con el espejo de uno mismo
La identidad se expresa con filtros, frases, bailes.
Pertenecer no significa parecerse a los demás, sino brillar con tu rareza en un marco común.
Estrategia relacional: fomentar la apropiación de la marca por la comunidad. Mostrar errores, backstage, lenguaje emocional compartido.
🔁 La pertenencia nace del reconocimiento: en Colombia desde lo colectivo vivido; en México desde lo íntimo expresado.
4. Estima mutua: mostrar logros sin perder el alma
🇨🇴 En Colombia, mostrar logros es contar el camino que costó recorrerlos
La audiencia valora el proceso más que el resultado.
Una marca que presume sin contar su historia pierde credibilidad.
Aquí, la herida relatada es parte del mérito.
Estrategia narrativa: hablar desde la vulnerabilidad. Mostrar los rostros detrás del éxito. Reconocer lo aprendido, no solo lo conseguido.
🇲🇽 En México, el logro se celebra cuando se comparte sin arrogancia
El éxito es bien recibido si se cuenta como un motivo de orgullo familiar.
Lo importante no es el trofeo, sino a quién benefició y cómo se agradece.
Estrategia narrativa: compartir logros como agradecimientos. Mostrar a los clientes, a los aliados, dejar que otros hablen por ti.
🔁 En ambos contextos, el logro es más creíble cuando nace del vínculo: en Colombia desde la herida asumida, en México desde la gratitud expresada.
5. Autorrealización: crear para dejar huella
🇨🇴 En Colombia, crear es resistir al olvido
Desde un video artesanal hasta un poema digital, la creación es una forma de existir frente a la historia.
En cada barrio, alguien escribe, graba o canta para decir: “yo también estuve aquí”.
Estrategia profunda: ofrecer espacios para la expresión de la comunidad. Compartir herramientas. Invitar a crear juntos.
🇲🇽 En México, crear es celebrar la vida cotidiana como milagro
Desde los altares del Día de Muertos hasta los reels de cocina, cada gesto creativo es una ofrenda.
Aquí, el contenido no se produce: se regala con amor.
Estrategia profunda: dejar que la comunidad transforme tus contenidos en ritual. Mostrar lo cotidiano con respeto y belleza.
🔁 La autorrealización digital es un acto sagrado: en Colombia, como huella de memoria; en México, como ofrenda al presente.
Comunicar con alma en Colombia, México y España
Comunicar con alma no es vender más. No es diseñar una campaña impecable, ni dominar todos los canales. Es, ante todo, hacer sitio al otro en un mundo que corre demasiado rápido. Es elegir no gritar, sino decir justo. No imponer, sino invitar. No iluminarse a sí mismo, sino alumbrar el rostro del otro.
En Colombia, la palabra viene herida pero viva. Comunicar allí es tocar con delicadeza lo que ha sido quebrado, sin miedo a los silencios. Una marca que respira desde Bogotá o Medellín sabe que la confianza no se exige: se cultiva, como una planta que florece en medio del concreto. Aquí, la estrategia tiene que ver con la ternura, con la constancia, con esa forma suave de estar que no interrumpe, pero acompaña.
En México, comunicar es abrir la puerta del patio, con el pan recién hecho y el café compartido. No hace falta hablar mucho si hay calor humano. Una marca que quiere hacerse presente entre Oaxaca y Guadalajara debe saber que el humor es sabiduría popular y que lo ritual está en cada detalle. Comunicar con alma en México es celebrar lo cotidiano como si fuera sagrado. Es no tenerle miedo al color, ni al juego, ni al cariño que se dice con una frase simple.
En España, la palabra tiene cuerpo antiguo y mirada larga. No se habla por hablar: se mide lo que se dice, y se siente lo que se calla. Una marca que habita el tejido madrileño o los pueblos castellanos debe saber leer los ritmos lentos del alma urbana. Aquí, la escucha profunda es la base de cualquier estrategia sólida. La comunicación no busca el impacto inmediato, sino la coherencia que atraviesa el tiempo.
Así, entre tres culturas, tres paisajes, tres maneras de mirar, emerge una certeza común: comunicar con alma es un acto de hospitalidad.
Es hacer un lugar en medio del ruido para que el otro se sienta reconocido.
Es decirle, sin promesas vacías: “Aquí puedes quedarte. Tu forma de estar en el mundo tiene valor para nosotros.”
Y cuando ese vínculo se teje bien, resiste más que cualquier algoritmo.
Porque lo que transforma no es el alcance, sino la verdad del gesto.

